Por Armando de la Garza
Comalcalco, Tabasco – En el corazón de la finca cacaotera San Luis ubicada en Comalcalco Tabasco, el empresario, Luis Fernando Barjau comparte su pasión por el cacao y la rica historia de una variedad ancestral conocida como Pataxte. Esta planta, parte fundamental de la cultura precolombina, se utilizaba para elaborar una bebida que no solo era un deleite, sino también un símbolo de riqueza y estatus en las sociedades indígenas de América.
El Pataxte, cuyo nombre proviene del náhuatl, ha sido cultivado por generaciones en la región, y Barjau se enorgullece de preservar esta tradición. “El Pataxte es más que un cultivo; es un legado que nos conecta con nuestros antepasados. Su uso se remonta a tiempos en que los pueblos indígenas ya apreciaban el cacao no solo como alimento, sino como elemento ceremonial”, explica Barjau.
La bebida de Pataxte, elaborada a partir de las semillas de esta variedad, se caracterizaba por su sabor único y su preparación meticulosa. Los antiguos mesoamericanos lo consideraban un regalo de los dioses, y su consumo estaba reservado para ocasiones especiales. Barjau enfatiza que revivir esta bebida es también un acto de reconocimiento de la herencia cultural que representa.
En la actualidad, la finca San Luis no solo se dedica a la producción de cacao de alta calidad, sino que también busca educar a las nuevas generaciones sobre la importancia del Pataxte. “Estamos trabajando en proyectos para revalorizar esta variedad y su historia. Queremos que los jóvenes conozcan su origen y se sientan orgullosos de nuestra herencia”, comenta Barjau.
A medida que el interés por los productos orgánicos y de origen local crece, el Pataxte comienza a ganar reconocimiento en el mercado. Barjau espera que esta tendencia ayude a revitalizar el cultivo y a crear conciencia sobre la riqueza cultural que encierra. “El cacao es un emblema de nuestra identidad, y el Pataxte es su expresión más pura”, concluye.
Con el compromiso de preservar esta tradición, la finca cacaotera San Luis se erige como un punto de encuentro entre el pasado y el presente, donde el cacao no solo se cultiva, sino que también se celebra como parte de la historia viva de Tabasco.