Armando de la Garza
Manzanillo, Colima — En el corazón del puerto más importante de México, el centro histórico de Manzanillo es un rincón que invita a detenerse, a descubrir su alma en cada rincón, en cada aroma y en cada escena que pinta su paisaje urbano y natural.

El día en este lugar empieza en el vibrante Mercado 5 de Mayo, donde los sabores auténticos de la región se hacen presentes. Aquí, el pozole seco y los tacos de cochinita —una receta que ha adquirido una identidad propia en esta tierra— llenan las mesas compartidas, reflejando la tradición culinaria que sigue viva en cada bocado. A pocos pasos, el Cerro de la Cruz ofrece una experiencia de contemplación y aventura: una caminata hacia las alturas que revela una vista panorámica impresionante, donde el horizonte se extiende en todas direcciones y el puerto, con sus bahías, la laguna de Cuyutlán y el océano, se muestran en toda su grandeza.

Entre las playas escondidas del centro, El Tapo y Ventanas destacan como tesoros discretos. Sus aguas tranquilas y sus escenarios de belleza natural, alejados del bullicio turístico, ofrecen un refugio para quienes buscan paz y contacto directo con la naturaleza. Bajo las palapas, el mar llega hasta la mesa en forma de pescados frescos y platillos sencillos, pero llenos de sabor, que reflejan la tradición marinera del puerto.

Un corto paseo lleva al Iguanario Archundia, un espacio reconocido entre los cien imperdibles de la naturaleza en México, donde centenares de iguanas habitan en un entorno que permite un encuentro cercano y memorable con estas emblemáticas criaturas. Cuando el sol empieza a bajar, el Bar Social se convierte en un espacio emblemático, donde las botanas típicas y las bebidas frías se acompañan con el murmullo pausado de un puerto que sabe tomarse su tiempo y disfrutar de la vida.
Al caer la tarde, el malecón se viste de dorado y en la plaza principal la escultura del pez vela se convierte en guardián del atardecer. Las olas rompen suavemente contra el muelle mientras las embarcaciones capturan los últimos reflejos del sol, reflejando la calma y la belleza del puerto.

Y al llegar la noche, una joya más se revela: las tradicionales tortas estilo Manzanillo, con pierna en adobo, una receta única en el estado que encapsula en cada bocado la historia, el sabor y el sentido de pertenencia de esta comunidad marítima.
Este verano, descubre el centro histórico de Manzanillo y déjate llevar por su ritmo, sus aromas, sus colores y su gente. No hace falta prisa, solo abrir los sentidos y dejar que el puerto revele su esencia en cada paso.
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