México Extraordinario
En esta hermosa tierra se conjunta la modernidad con las tradiciones purépechas
Título: Pátzcuaro, la joya michoacana del turismo: un viaje a través de la historia y la cultura

Con más de 500 años de historia, este Pueblo Mágico fusiona la herencia purépecha con la arquitectura colonial.
Michoacán, 11 de septiembre de 2025.- Pátzcuaro, una joya del turismo en Michoacán, se alza como un destino que entrelaza la historia, la cultura, la arquitectura, la naturaleza y la gastronomía de manera magistral. Este Pueblo Mágico, cuyo nombre en purépecha significa “la puerta del cielo,” ofrece a sus visitantes un viaje en el tiempo, donde las raíces prehispánicas y el legado colonial conviven en armonía.

Según el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), los orígenes de Pátzcuaro se remontan al siglo XIV, cuando los purépechas fundaron una ciudad que se convirtió en uno de sus centros ceremoniales más importantes. Se creía que aquí los dioses ascendían y descendían, un misticismo que aún se percibe en sus calles. Aunque la ciudad estaba prácticamente deshabitada a la llegada de los españoles, resurgió con la llegada de Don Vasco de Quiroga, el primer Obispo de Michoacán.

En 1539, Quiroga trasladó la sede del obispado a este lugar, transformando el destino de la región. Este defensor de los pueblos indígenas no solo erigió la Basílica de Nuestra Señora de la Salud, sino que también fundó la primera universidad de México y el Colegio de San Nicolás, lo que sentó las bases para el actual Museo de Artes e Industrias Populares.

La herencia colonial de Pátzcuaro es palpable en su arquitectura. El centro del Pueblo Mágico conserva su distintiva traza con edificios novohispanos de estilos barroco y neoclásico, casas de adobe con tejas, calles empedradas y pintorescos callejones. Entre sus construcciones más emblemáticas, destaca el Templo del Sagrario, cuya edificación se extendió por dos siglos, integrando diversos estilos arquitectónicos. Aledaño a este, se encuentra la Casa de los Once Patios, antes el Convento de las Monjas Catarinas, un lugar emblemático para los artesanos locales.

Otro recinto de gran valor histórico es el Antiguo Colegio Jesuita, construido en el siglo XVI y considerado el segundo colegio de la Nueva España. Sin embargo, una de las joyas arquitectónicas más singulares es la Plaza Vasco de Quiroga, la segunda plaza colonial más grande de México, que sobresale por no estar rodeada de templos religiosos, una rareza en la traza urbana de la época.
La experiencia en Pátzcuaro se complementa con una visita a sus puntos de interés, como el Nuevo Mercado, donde las cocineras tradicionales deleitan a los paladares con la gastronomía local. La lista de lugares imperdibles incluye la Basílica de la Virgen de la Salud, el Templo y Hospital de San Juan de Dios, la Plaza de San Francisco, la Biblioteca Pública Gertrudis Bocanegra y el Teatro Emperador Caltzontzin.

Visitar Pátzcuaro es como un viaje en el tiempo. Sus edificios, monumentos y leyendas cobran vida en cada rincón, creando una atmósfera única. En sus mercados, tiendas de artesanías, restaurantes y bajo la sombra de sus árboles centenarios, se puede admirar la perfecta fusión de la modernidad y las tradiciones purépechas. Por todo esto, Pátzcuaro se reafirma como una joya michoacana del turismo que, con su encanto de otra época, sigue fascinando a todo aquel que lo visita.
Para más información, visita: https://visitmichoacan.com.mx/