Mexico Extraordinario
1 Noviembre 2015
Armando de la Garza
La Catrina o Calavera Garbancera (José Guadalupe Posada).
La Catrina, originalmente llamada La Calavera Garbancera, es una figura creada por José Guadalupe Posada y bautizada por el muralista Diego Rivera.
La historia de La Catrina empieza durante los gobiernos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz. En estos periodos, se empezaron a popularizar textos escritos por la clase media que criticaban tanto a la situación del país como de las clases privilegiadas.
Los escritos, redactados de manera burlona y acompañados de dibujos de cráneos y esqueletos se empezaron a reproducir en los periódicos llamados de combate. Estas eran calaveras vestidas con ropas de gala, bebiendo pulque, montadas a caballo, en fiestas de la alta sociedad o de un barrio… todas para retratar la miseria, los errores políticos, la hipocresía de una sociedad, como es el caso de “La Catrina”.
La palabra “catrín” definía a un hombre elegante y bien vestido, el cual iba a acompañado de alguna dama con las mismas características; este estilo fue una imagen clásica de la aristocracia de fines del siglo XIX y principios del XX.
Es por ello que, al darle una vestimenta de ese tipo, Diego Rivera convirtió a la “La Calavera Garbancera” en “La Catrina”.
La versión original es un grabado en metal con autoría del caricaturista José Guadalupe Posada.
El nombre original es Calavera Garbancera. «Garbancera» es la palabra con la que se conocía entonces a las personas que vendían garbanza que teniendo sangre indígena pretendían ser europeos, ya fueran españoles o franceses (este último más común durante el Porfiriato) y renegaban de su propia raza, herencia y cultura.
Esto se hace notable por el hecho de que la calavera no tiene ropa sino únicamente el sombrero; desde el punto de vista de Posada, es una crítica a muchos mexicanos del pueblo que son pobres, pero que aun así quieren aparentar un estilo de vida europeo que no les corresponde.
«…en los huesos pero con sombrero francés con sus plumas de avestruz».
Diego Rivera fue quien le dio su atuendo característico, con su estola de plumas, al plasmarla en su mural ‘Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central’, donde la calavera aparece con su creador, José Guadalupe Posada y una versión infantil de Rivera y con Frinda Kahlo.
El mural fue pintado al fresco en 1947, mide 4.70 x 15.60 mts. y tiene un peso de 35 toneladas, incluyendo una estructura metálica que lo refuerza.
Originalmente fue realizado por Rivera para un hotel muy importante en el Centro Histórico de la ciudad de México, el Hotel del Prado (destruido en los sismos de 1985) y actualmente está ubicado en el Museo Mural Diego Rivera, creado especialmente para preservar el mural, considerado uno de los mas conocidos visualmente de la fructífera etapa del muralismo mexicano.
Las Catrinas también estuvieron acompañadas en los periódicos por las famosas calaveras. Las calaveras literarias, son composiciones en verso tradicionalmente mexicanas que en vísperas del día de muertos se suelen escribir como otra de las manifestaciones de la cultura popular para hacer burla tanto a los vivos como a los muertos, y recordar que todos nos vamos a morir. Están escritas con un lenguaje satírico o burlesco y son textos muy breves pero que reflejan todo el espíritu y festividad del mexicano frente a la muerte. Hoy en día se acostumbra que desde que los niños son pequeños, en la escuela, hagan burla o crítica de algún personaje o situación de interés general o moda con este formato.
José Guadalupe Posada apuntó: “La muerte, es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”. A pesar de ello, las calaveras que el imaginó y grabó están vivas en el imaginario de México.