Armando de la Garza
ÁMSTERDAM, PAÍSES BAJOS – Las autoridades de Ámsterdam han declarado la guerra al turismo de masas, implementando medidas drásticas para proteger la habitabilidad de la ciudad y el bienestar de sus residentes, que se sienten “expulsados” de su propio centro histórico. El mensaje es claro: la capital neerlandesa busca un cambio radical en el tipo de visitante y en el volumen de afluencia.

La medida más reciente y contundente ha sido la prohibición de la construcción de nuevos hoteles. El Ayuntamiento ha establecido un tope estricto de 20 millones de pernoctaciones turísticas al año, cifra que, según los vecinos, ya se ha superado sistemáticamente, llegando a 22,9 millones solo en 2023.
Para abrir un nuevo alojamiento, otro de capacidad similar debe cerrar, asegurando que el número total de camas no aumente.
El Cansancio de los Vecinos y Medidas Insuficientes
El descontento ciudadano ha alcanzado un punto álgido. Un colectivo de residentes, bajo la iniciativa “Ámsterdam tiene una elección”, ha llevado al Ayuntamiento a los tribunales, alegando que las autoridades no han cumplido con la ordenanza de limitar el número de visitantes.

Los vecinos denuncian que las aglomeraciones, el ruido y el comportamiento incívico han convertido el centro de la ciudad en un “parque temático” y dificultan la vida cotidiana.
“Ámsterdam no rechaza el turismo, pero tiene que haber un equilibrio. Si uno de cada cinco vecinos evita el centro histórico más bello del mundo porque ya no lo siente suyo, entonces algo va muy mal”, comentó uno de los portavoces de la iniciativa ciudadana.
Un Intento por Cambiar el Perfil del Turista
Además de las restricciones hoteleras, la ciudad ha puesto en marcha otras acciones para frenar el flujo de visitantes, especialmente aquellos que solo buscan el llamado “turismo de excesos” (drogas, alcohol y fiestas):
Límites a los cruceros: Se ha prohibido la llegada de cruceros al centro, lo que se espera reduzca significativamente el número de visitantes diarios.
Campaña “Stay Away”: Se lanzó una campaña digital dirigida a jóvenes turistas, principalmente británicos, que buscan viajes cortos centrados en el consumo de drogas y alcohol, instándolos a no visitar la ciudad si ese es su único propósito.
Restricciones en el Barrio Rojo: Se han prohibido el consumo de marihuana en la vía pública, se han limitado los horarios de bares y se han prohibido las visitas guiadas por el famoso barrio de luces rojas.
Aumento de tasas turísticas: La tasa turística de Ámsterdam es actualmente una de las más altas de Europa.
Con estas medidas, la capital neerlandesa busca desesperadamente reequilibrar la balanza entre la rentabilidad económica del turismo y la calidad de vida de sus habitantes, orientándose hacia un modelo de visitante más respetuoso y culturalmente consciente.