Teotihuacán: La Cuna de los Dioses que Aún Guarda sus Secretos

México Extraordinario/Armando de la Garza

TEOTIHUACÁN, ESTADO DE MÉXICO – Más de 1,500 años después de su apogeo, la majestuosa ciudad de Teotihuacán continúa fascinando a arqueólogos e historiadores, revelando poco a poco los misterios de una de las civilizaciones más influyentes de Mesoamérica.

Conocida por los mexicas como “el lugar donde los dioses fueron creados”, esta antigua metrópoli, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sigue siendo un enigma sobre sus orígenes, habitantes y su repentino colapso.


Una civilización sin nombre conocido
A diferencia de otras culturas prehispánicas, no se conoce el nombre original del pueblo que construyó Teotihuacán.

Se cree que su desarrollo comenzó alrededor del año 150 a.C., como una aldea que gradualmente se transformó en un centro de culto y, para el 350-550 d.C., en una de las ciudades más grandes del mundo, con una población estimada de 100,000 habitantes.


Su ubicación, alejada de la ribera del lago de Texcoco, fue estratégica, colocándola en la ruta comercial que conectaba el Golfo de México con la Cuenca de México.

Esto le permitió convertirse en un epicentro cultural, político y económico, cuya influencia se extendió por toda Mesoamérica, desde el área del Golfo hasta los territorios mayas.


Iconos arquitectónicos y hallazgos recientes
El corazón de Teotihuacán es la Calzada de los Muertos, un eje de casi 4 kilómetros que conecta los principales complejos ceremoniales.

En sus extremos se erigen la Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna, imponentes estructuras que, según las interpretaciones mexicas, simbolizaban el sol y la luna.

Sin embargo, estudios recientes sugieren que la Pirámide de la Luna pudo haber estado consagrada a la diosa del agua y la fertilidad, mientras que la del Sol se asociaba al fuego y el calendario.


Los descubrimientos arqueológicos recientes han aportado valiosa información sobre la vida y los rituales en la antigua ciudad.

En el Templo de la Serpiente Emplumada, por ejemplo, se encontraron los restos de más de 200 individuos, en su mayoría guerreros sacrificados para la consagración de la pirámide.

Más recientemente, los hallazgos de mercurio líquido, ofrendas de jade, conchas y esculturas, han planteado nuevas interrogantes sobre los rituales funerarios y las posibles conexiones entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
El colapso de un imperio.


El esplendor de Teotihuacán comenzó a declinar alrededor del siglo VI d.C. Los arqueólogos debaten las causas de su abandono, pero se especula que una grave crisis social, posiblemente agravada por la llegada de nuevos pueblos, culminó en saqueos e incendios del centro ceremonial.

A la llegada de los españoles en el siglo XVI, la ciudad ya estaba abandonada, aunque seguía siendo un lugar de gran importancia religiosa para los mexicas.


A pesar de las excavaciones y el arduo trabajo de los arqueólogos, Teotihuacán sigue siendo una fuente inagotable de conocimientos y un testamento de la ingeniosidad humana.

Su historia, escrita en piedra y barro, continúa revelando fragmentos de su grandeza, invitando a las generaciones futuras a desentrañar los secretos de la misteriosa “ciudad de los dioses”.

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